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Proteger antes que exponer el patrimonio nacional

Recientemente, en una bien coordinada campaña publicitaria en los Estados Unidos que incluyó artículos en el New York Times, Washington Post y la Estación Pública de Radio, entre otros medios principales, la Sociedad National Geographic anunció su nueva producción en video sobre los últimos rastreos con tecnología LIDAR en zonas arqueológicas del Petén.

El énfasis de tal promoción, como corresponde a la National Geographic —una revista que se especializa en promover la exploración y descubrimiento alrededor del globo— fue anunciar la magnitud y extensión de lo revelado por el LIDAR bajo la selva del norte petenero. Aunque fue creada en la década de los 1970s, la tecnología LIDAR pudo encontrar aplicación a grandes extensiones de superficie sólo con los últimos adelantos en posición (GPS) tanto del objeto como la fuente de luz láser, y el desarrollo de foto-detectores muy sensitivos, particularmente en el infrarrojo.

Desde un principio, al anunciarse dichos resultados, reconocimos que si bien tiene gran atractivo para el descubrimiento, la investigación y la divulgación del patrimonio guatemalteco, esta tecnología contribuye poco o nada a la protección y conservación de la herencia cultural del país, un asunto mucho más urgente que su revelación.

Como los mismos arqueólogos de la National Geographic lo han expresado por décadas, el mayor reto para la arqueología en Guatemala y países adyacentes es el saqueo y destrucción del patrimonio. Sabemos desde hace décadas que el subsuelo guatemalteco está repleto de antigüedades; que es difícil no encontrarse con vestigios de los antepasados en casi cualquier lugar del territorio nacional. Más bien, ha sido la falta de previsión durante proyectos civiles de excavación lo que ha causado pérdidas irreversibles al patrimonio, principalmente de origen maya (para muestra, recordemos Kaminal Juyú en la capital.)

En manos equivocadas, los mapas tridimensionales LIDAR que revelan la posición de estructuras mayas en el Petén y otras partes acelerarán su depredación. Y aun cuando tales mapas sean mantenidos en total secreto (muy improbable), es un hecho aceptado por los mismo arqueólogos que, en marchándose ellos al final de la temporada de excavación, algunos trabajadores regresarán para extraer por su cuenta artefactos y venderlos en el mercado negro, tanto a compradores extranjeros como a coleccionistas nacionales. En ambos caso se pierden los artefactos mismos, al igual que el contexto arqueológico dentro del cual fueron encontrados. El riesgo de que esto siga sucediento, pero ahora a escala masiva, es real.

Contenedor polícromo, Museo de Arte del Condado de Los Ángeles.

Leyenda en el museo: "Procedencia: Guatemala, Belize o México".

De manera que la información recabada por LIDAR debe ser utilizada para identificar sitios cuya seguridad debe reforzarse, y no para iniciar nuevas excavaciones que expongan los sitios al saqueo, dada la inhabilidad de las instituciones gubernamentales para cuidarlos.

Históricamente, el saqueo ha dado valiosas colecciones a los museos en los Estados Unidos y Europa, y se inició a gran escala por los exploradores aficionados de finales del siglo XIX y principios del XX. Como lo describe ya el explorador norteamericano John Lloyd Stephens alrededor de 1840, el país se encuentra perpetuamente en un estado de distracción, causado por las crisis políticas del momento, lo que facilita la sustracción y fuga de la propiedad cultural.

A lo largo de las décadas, el factor más importante en el saqueo del patrimonio nacional ha sido la falta de educación de la población misma, que ve los hallazgos arqueológicos como algo ajeno a su propia identidad, objetos cuyo único valor es el que pagan los traficantes de arte y coleccionistas.

Tapadera de vasija con la efigie de Vukub Caquix,

"Procedencia desconocida", colección privada.

Tapadera de vasija con la efigie de Vukub Caquix, donación de John D. Rockefeller al Museo Metropolitano de Nueva York. Leyenda en el museo: "Procedencia desconocida".

Vasija polícroma, Museo Dumbarton Oaks, Washington DC.

Leyenda en el museo: "Procedencia desconocida".

Se dice también que las instituciones del estado encargadas de resguardar el patrimonio no tienen los recursos para proteger tanta cantidad de sitios. Por eso mismo es que dichas instituciones deben analizar y anticipar los efectos negativos de autorizar trabajos que revelan masivamente nuevos hallazgos. Se debe entender que una componente esencial de cualquier propuesta nacional o internacional para descubrir y extraer del subsuelo hallazgos del patrimonio cultural, es anticipar cómo va a protegerse lo descubierto. Después de todo, cuando se trata del asedio por saqueadores y traficantes, se tienen apenas días o semanas para evitar la pérdida irreversible de cualquier tesoro recientemente revelado; en cambio, se tiene toda una eternidad para sacarlos a luz, de manera ordenada y responsable.

Entendamos pues que la tecnología LIDAR es una herramienta de descubrimiento, no de protección. Utilizada irresponsablemente puede acelerar la destrucción del patrimonio. Aun cuando se rastree a baja altura sobre el terreno, y con gran densidad de puntos o coordenadas, la máxima resolución vertical y horizontal es, típicamente, del orden de medio metro. Es decir que no tiene la resolución espacial suficiente para distinguir túneles angostos individuales o laterales hechos por saqueadores. Y aun si la tuviera, un rastreo LIDAR provee una instantánea de la geografía rastreada: a menos que sea ejecutada muy periódicamente (por ejemplo, una vez por semana), no se podrá distinguir si un monumento está siendo socavado en el ínterin.

De manera que si se dispone de recursos para incorporar tecnología en beneficio del patrimonio nacional, y del maya en particular, estos deben ser utilizados para resguardar y conservar, en lugar de descubrir y exponer. Entendemos que esta última y más urgente meta de resguardar no tiene el atractivo publicitario de los grandes descubrimientos que favorece la National Geographic y sociedades similares, pero a la larga son de mayor beneficio a la conservación del patrimonio nacional.

Educación para frenar el saqueo del patrimonio.

Debe ser material indispensable en el currículum de educación primaria, y labor crítica de los maestros en cada escuela del país, principalmente en los rincones más apartados, en inculcar a los niños mediante cuentos, leyendas, mitología e historia nacional, lo sagrado del patrimonio cultural: que no está de venta ni a extranjeros ni a nacionales; que es responsabilidad de cada guatemalteco cuidar de cualquier hallazgo y reportar evidencia de depredación a la autoridad correspondiente.

Solo cuando cada guatemalteco se convierta en guardián de su propia herencia cultural, aprendiendo a apreciarla y cuidarla como si fuera un hijo o hija, se podrá frenar la depredación del patrimonio. Un ejemplo quizá lo provea la actitud de las naciones indígenas en Norteamérica al resguardar su patrimonio: la explotación de sus tesoros ancestrales es considerada como una profanación de los ancestros mismos.

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